Este método de iniciación trabaja exclusivamente en base al sentimiento; y he de nombrar siete etapas o escalones de sentimiento cuyo experimentar influye en el cuerpo astral y le hace
desarrollar, durante la noche, los órganos superiores. Vamos a describir cómo debe ser la vida del discípulo cristiano, si quiere pasar por los referidos escalones o grados.
El primer grado consiste en lo que se denomina la ceremonia del “lavatorio”, o lavado de los pies. El Maestro dice al discípulo: “Mira la planta; ella echa raíces en la tierra; el suelo mineral
es un ser inferior al vegetal. Si la planta fuera consciente de su naturaleza, diría a la tierra: si bien es verdad que yo soy de naturaleza superior, no podría existir si tú no existieras, pues
tú, tierra, me alimentas en mayor parte. Y si la planta pudiese expresarlo con sentimientos, se inclinaría
hacia la roca y le diría: Me inclino hacia ti, roca, ser inferior, pues a ti debo mi existencia. Si subimos un escalón: el animal, en forma análoga, diría a la planta:
si bien es verdad que yo soy superior al vegetal, le debo, no obstante, al reino inferior mi existencia. Y si de la misma manera seguimos subiendo y llegamos al ser humano, cada uno que en la
jerarquía social se encuentre un poco más alto debería inclinarse hacia la posición
inferior y decir: al que está en posición inferior, le debo mi existencia. Y así hemos de subir hasta el Cristo Jesús.
Los doce, en torno de El, hállanse en un grado inferior; pero al igual que la planta se desenvuelve de la roca, así también el Cristo Jesús tiene su origen en los doce; El se inclina hacia ellos,
diciendo: A vosotros debo mi existencia”.
Después de haberlo explicado al discípulo, el maestro le decía: “Durante semanas deberás entregarte al sentimiento cósmico de que lo superior debe inclinarse hacia lo inferior; habiéndolo
contemplado
profundamente, experimentarás un síntoma interior y otro exterior”. Pero éstos no son lo principal, sino que dan prueba de que el discípulo se ha ejercitado suficientemente. Si de dicha manera el
alma había
influido sobre el cuerpo físico, el discípulo, como síntoma exterior, tenía la sensación como si agua fluyese por sus pies. ¡Una sensación absolutamente real! Y como otra sensación igualmente
real, tenía la grandiosa visión astral de la ceremonia del lavatorio, el inclinarse del yo superior hacia el yo inferior. El hombre percibe en lo astral lo que en el Evangelio de Juan se describe
como hecho histórico.
El segundo grado consiste en que al discípulo se le dice: “Debes desarrollar en ti mismo otro sentimiento más. Debes re- presentarte que te atacasen toda clase de dolores y sufrimientos del
mundo; debes sentir que estuvieses expuesto a la embestida de toda clase de contratiempos; y debes suscitar el sentimiento de estar erguido aunque te amenazase toda la miseria del
mundo”.
Del haberlo ejercitado lo suficiente, resultan otros dos síntomas: uno se traduce en el sentimiento como si de todas partes el discípulo fuese golpeado y como segundo fenómeno tiene la visión
astral de la “flagelación”. Lo que relato, ha sido experimentado por centenares de
hombres, dándoles la capacidad para ascender a los mundos espirituales.
En tercer lugar el discípulo debía pensar que lo más sagrado de su ser, lo que él cultiva con toda la fuerza de su yo, fuese agobiado con mofa y escarnio; y tenía que decirse: “Venga lo que
viniera, debo quedar firme y luchar por lo sagrado de mi ser”. Al haber profundizado
tal sentimiento, sentía un dolor punzante en la cabeza; y como visión astral experimentaba “el colocar la corona de espinas”. Aquí también cabe advertir que lo que importa, no son los síntomas,
los cuales aparecen como efecto de los ejercicios. Además, se toman las medidas para excluir la sugestión y la autosugestión.
En el cuarto grado el discípulo debe lograr que al cuerpo propio lo sienta tan extraño como si fuera un objeto exterior; por ejemplo, un pedazo de madera, de modo que no diga “yo” con referencia
a su cuerpo. Y lo debe sentir a tal punto que dirá: “llevo conmigo mi
cuerpo, al igual que llevo mis prendas de vestir”. Deja de relacionar su yo con su cuerpo; y se produce lo que se llama la prueba de sangre. Lo que en muchos casos podría ser un estado patológico
es, en este caso —puesto que se excluye todo lo patológico—, efecto de la meditación.
Aparecen los estigmas en los pies, en las manos y en el debe desarrollar en absoluto recogimiento. Después de haberse abandonado a ellos, esta experiencia ejerce un efecto sobre el cuerpo
astral del discípulo a tal punto que durante la noche se desenvuelven y se plasman los órganos sensorios interiores. La iniciación rosacruz no
pasa por esta escala septena de sentimientos, pero conduce al mismo efecto que acabamos de explicar.
Así vemos que en la iniciación se trata de influir por medio de las ejercitaciones diurnas, sobre el cuerpo astral, con el fin de que, cuando en la noche está totalmente libre, él mismo pueda
darse una nueva forma plástica. Cuando de esta manera el hombre como ser
astral, ha llegado a darse esta forma plástica, el cuerpo astral realmente se ha convertido en un nuevo principio (Wesensglied) del ser humano, pues se halla enteramente compenetrado de Manas o
Yo espiritual.
Finalmente, al haberse estructurado de la referida manera, se trata de que lo plásticamente desarrollado del cuerpo astral, se imprima también en el cuerpo etéreo. De un modo análogo a como un
sello imprime en el lacre un nombre o un signo, así también debe el cuerpo astral sumergirse en el cuerpo etéreo e imprimirle lo que de la
referida manera ha conquistado. El íntimo procedimiento del influir sobre el cuerpo astral y su desarrollo, son idénticos en todos los métodos de la iniciación; sólo se distinguen entre sí en
cuanto a la transmisión al cuerpo etéreo.
Evangelio Según San Juan ......Rudolf Steiner